Jairo Romero

El sector alimentario está enfrentando presiones muy fuertes. La ciencia y tecnología de alimentos en particular debe responder a la necesidad de seguridad alimentaria, a las nuevas reglamentaciones sobre alimentos y a la fusión de seguridad alimentaria con salud nutricional. El principal reto de la ciencia –al que sigue respondiendo- es la necesidad de alimentar en un futuro cercano a un mundo con 9.000 millones de personas. Pero además nuestra especialidad tiene otro rol muy importante en este momento: hablar con claridad ante la especulación sobre los alimentos procesados, que para muchos se han vuelto verdaderos “enemigos” por los azúcares, grasas, aditivos, plaguicidas, entre otros muchos supuestos motivos. En esa especulación se pierde o se olvida el rol importantísimo que tiene la ciencia y tecnología para la alimentación del mundo. ¿Cómo sería un mundo sin ciencia de alimentos, sin alimentos procesados? Para mí, como Presidente electo de ALACCTA, me parece que tenemos que participar de esa discusión, resaltando el papel de la ciencia y la tecnología y demostrar que los alimentos procesados no son el enemigo que muchos quieren hacer ver.

 

En primer lugar, destacando cuál es la contribución de la ciencia de alimentos, y en segundo lugar tomando los recursos que ofrece la ciencia para demostrar o refutar lo que se afirma, porque muchas veces esas especulaciones no tienen ningún fundamento. En el mundo hay establecidas reglas para aceptar lo que dice un trabajo científico, la ciencia se mueve dentro de ciertos marcos. Hay que tratar de diferenciar lo que es buena ciencia de lo que es simple especulación. Es fácil decir cosas, pero lo difícil es demostrarlas con fundamentos científicos. Muchas veces la gente cree en cosas fáciles, que se dicen con liviandad, la consecuencia es que la percepción de los riesgos que tiene el público sobre los alimentos es muy diferente a la realidad. Por ejemplo, piensa que los plaguicidas nos están envenenando y eso –aun cuando se abusa de los plaguicidas- no es cierto. Otro ejemplo es que, pese a lo que se afirma, algunos estudios han demostrado que puede ser más peligroso para la salud abonar cultivos con productos orgánicos que con productos químicos. La ciencia necesita una estrategia de comunicación para poder divulgar todo esto, ya que tiene un desafío muy grande para recuperar la credibilidad. 

 

Eso es algo que me honra enormemente y que fortalece mi compromiso con la ciencia y tecnología de alimentos y con el desarrollo de esta especialidad en América Latina. No hay muchos latinoamericanos en la Academia, por lo que aumentar esa lista es importante para la región. Asumiré en agosto, en el marco del Congreso Mundial de Alimentos que se llevará a cabo en Dublin, Irlanda.