Alejandro Sanmartino

 ¿Qué significa para nuestro país la concreción de esta Conferencia Mundial?

La realización de este acontecimiento en la Argentina remarca la importancia que tiene nuestra lechería a nivel mundial y el posicionamiento que tiene a nivel regional. El Estado tiene que estar presente porque son eventos que marcan lo que va a pasar en el mundo lechero en el futuro. Creemos que el Estado tiene que acompañar, por ejemplo ya normalizamos la situación con FEPALE y vamos a participar en Chile y vamos a organizar el próximo Congreso acá en la Argentina.

 

 

Se anunciaron medidas para superar el momento crítico que pasan los tambos…

Entendiendo la difícil situación que está atravesando toda la cadena láctea acordamos con las provincias un esfuerzo fiscal que consiste en el pago de $ 0,50 por los primeros tres mil litros de leche para todos los tambos. Eso es una diferencia con el programa de compensaciones anterior, donde se pagaba $0,40 solamente a los CUIT, con lo cual una empresa que tenía varios tambos solamente recibía compensaciones por uno de ellos. Además de estos $0,50 que se van a pagar durante los próximos dos meses (abril y mayo), el Gobierno decidió disminuir temporariamente al 1% la retención del 6% de IVA que se le hacía en la factura. Ese 5% que les liberamos a los productores (frente a un pago de $2,8-2,9/litro) equivale a $0,15 adicionales. Con la leche a $2,90 más los $0,65 de la compensación y la disminución del IVA nos empezamos a acercar a un valor, si bien no ideal, más adecuado para el productor. Además entendemos que  ya se está produciendo un ajuste entre oferta y demanda. La industria está buscando leche porque la oferta ha caído muchísimo a partir de marzo, por eso creemos que el precio de planchada va a seguir subiendo, lo que es importante porque implica una recuperación de valor de la cadena. Somos muy optimistas y pensamos que el segundo semestre va a ser muy diferente.

 

 

¿Se solucionan los problemas de la lechería con estos anuncios?

No, la complejidad de la situación de la cadena no se soluciona con una medida. Entendemos que hay un problema de mercados -en particular una pérdida de valor en el mercado interno-, hay caída en los precios internacionales, hay desfinanciamiento, hay quebrantos, hay distorsiones, hay urgencias… Es un cúmulo de situaciones que arman un coctel muy difícil de solucionar. La medida mágica no existe. De lo que se trata es de armar una lechería normal. Una Argentina normal requiere decisiones honestas, serias y que tengan impacto real y no voluntarismo.

 

 

¿Cuál es el camino entonces?

Entendemos que hay medidas coyunturales y medidas estructurales. La medida de prolongar y aumentar las compensaciones junto con las provincias tiene el objetivo de pasar esta transición y sostener la actividad lechera, dando señales a los tamberos que no están solos y que el Estado está ocupándose. Entre las estructurales está la mejora en el financiamiento a la producción. El Ministro de Agricultura anunció más de $1600 millones –en un esfuerzo compartido entre Nación y Provincias- para mejorar el crédito al productor. Esta va a ser una política de largo plazo, porque el crecimiento agropecuario en general y de la lechería en particular necesita una palanca financiera diferente a la que tuvieron hasta ahora. Menores tasas, mejores garantías, mayores plazos. Esa será una política de estado y la vamos a ir mejorando con el tiempo. Creo que el anuncio del acuerdo con los holdouts es clave, porque implica una apertura al mundo y también que vamos a tener fondos mucho más baratos que hasta ahora.

 

 

¿Hay alguna proyección de cuando se saldrá de esta crisis mundial de la lechería?

La lechería argentina no entró en crisis por la caída de los precios internacionales. Entró en crisis por un desmanejo del gobierno anterior que creía que había un conflicto entre “la mesa de los argentinos” y las exportaciones. El criterio era sobreofertar permanentemente al mercado interno, destruyendo así la cadena de valor y permitiendo que el supermercadismo se apropiara de una renta que no le correspondía. Lo que hay que hacer es reordenar. Estamos monitoreando desde el Estado -junto con el Centro de la Industria Lechera, la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas y la Junta Intercooperativa- el balance lácteo mensual. La intención es lograr un ajuste entre la oferta y la demanda en el mercado interno para recuperar el valor.

 

 

¿Qué política exportadora piensan implementar?

El mercado interno en nuestro país representa hoy el 80% y es el motor clave de la rentabilidad. El mercado internacional no fija el valor, pero sí lo puede perturbar. El segundo semestre, cuando haya excedentes, lo vamos a jugar con una nueva política exportadora, no de saldos exportables sino de mercados alternativos. Queremos cambiar el paradigma. La exportación puede ser un muy buen negocio en la medida que el Estado acompañe a los privados con mejores reintegros, mejor prefinanciación, mejores warrants, ayuda en la apertura de mercados. Vamos a trabajar para que la exportación sea un negocio y no una amenaza.

 

 

¿Hay mercados para nuestros productos lácteos?

Estamos exportando a Brasil, que es nuestro segundo mejor mercado luego de Venezuela. Si les sumamos Cuba y México (que ahora pueden estar al alcance nuestro porque extendimos la liquidación de divisas a 180 días), esos cuatro mercados demandan el doble de productos lácteos que puede exportar la Argentina. Está todo el mercado africano, China hizo en febrero compras muy importantes. Hay mercados, pero hay que trabajar seriamente entendiendo que la exportación no es una amenaza sino una oportunidad. 

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