Están en marcha nuevos desarrollos para aprovechar las oportunidades que el mundo nos ofrece

Gabriela Levitus, de ArgenBio

ArgenBio es una asociación dedicada a la divulgación de la biotecnología en la Argentina, contribuyendo a su comprensión a través de la educación y estimulando su desarrollo. La entidad surgió a partir del compromiso de sus miembros fundadores para responder a la demanda de información clara y transparente acerca de la biotecnología y sus aplicaciones, sus beneficios y su seguridad. Dialogamos con su Directora Ejecutiva, la Dra. Gabriela Levitus, sobre la situación actual en nuestro país, particularmente con respecto a alimentos.

Gabriela Levitus, de ArgenBio

?Cómo están los desarrollos de la biotecnología en la Argentina?
Es un poco difícil generalizar, porque la biotecnología abarca un conjunto de aplicaciones y de áreas muy grande. A grandes rasgos se puede decir que hay biotecnología aplicada al área de salud y medicamentos, al área de cultivos –y por ende también al área de alimentos- y al área de producción de biocombustibles y de otros usos industriales. La Argentina es un excelente usuario de la biotecnología moderna, y en algunas áreas también es un excelente desarrollador. El problema es que los desarrollos biotecnológicos (o sea los que están dirigidos a aplicar el conocimiento de la biología moderna o biología del ADN a hacer cosas útiles) generalmente implican una gran inversión y cierta complejidad. Esto hace que no todos los países los puedan llevar adelante, incluso en los sectores públicos. Ahí es cuando aparecen las diferencias en los desarrollos. Por ejemplo, EE.UU. desarrolla mucho más que nosotros.

Pero en el plano internacional estamos bien ubicados…
Depende mucho de qué sector se trata y de qué etapa de desarrollo del producto biotecnológico: si se inicia en el laboratorio o en una etapa posterior. En la regulación somos pioneros. En la adopción y en la aplicación estamos muy adelantados. Y en el desarrollo estamos avanzados en algunos casos, ya que como país en vías de desarrollo nos cuesta más invertir en iniciativas que demandan tantos recursos. Somos sí muy buenos usuarios y adoptadores de la biotecnología agrícola que introduce dentro de los cultivos características que faciliten y mejoren la producción. Hasta ahora, los cultivos transgénicos que están en el campo -maíz, soja y algodón- tienen características relacionadas con mejorar características agronómicas. Hay otros desarrollos que están en marcha dirigidos a cambiar la composición de los productos vegetales para mejorar el perfil nutricional, por ejemplo la composición de los aceites, o para hacerlos más aptos para una aplicación particular.

?Hay novedades en ese sentido?
Esos desarrollos están retrasados en todo el mundo, pero por una cuestión técnica, no política. No es fácil cambiarle la composición a una semilla y que la planta siga siendo lo que uno espera en cuanto a características, rendimiento, etc., ya que todos los componentes en una planta están por algo. A pesar de eso, hay algunas cosas que se están haciendo, los mayores avances se dan en el caso de las oleaginosas, con el cambio en la composición de ácidos grasos: con más o menos saturados, con más poliinsaturados o monoinsaturados, etc. De hecho en EE.UU. ya hay aprobaciones que en el futuro podrán llegar acá. En la Argentina no hay desarrollos en este campo utilizando biotecnología moderna. Otra cosa que se ha logrado y que está aprobada es el grano de maíz con mayor contenido de aminoácidos esenciales para alimento animal.

Está el ejemplo del arroz dorado…
El arroz con mayor contenido de beta-carotenos precursores de vitamina A es un desarrollo fantástico, pero todavía está en etapas de ensayo a campo. Se necesita saber si el arroz que da ese grano enriquecido se puede cultivar, de qué manera, cuánto rinde, etc. Además puede haber también un problema de percepción, porque el arroz es la base de la alimentación humana en Asia, y hay que ver la aceptación, no sólo de que sea transgénico, sino de que tenga un color diferente al habitual. Ahí hay un factor cultural, pero desde el punto de vista técnico ya se llegó a las pruebas a campo.

Se dice que la biotecnología beneficia sólo a los productores, ?no cree que beneficia también a los consumidores al bajar el precio de los alimentos?
En general, la percepción del consumidor, sobre todo el que vive en las ciudades- es que estos desarrollos no tienen nada que ver con él, porque los alimentos elaborados con granos transgénicos tienen exactamente las mismas características que los tradicionales. Pero en realidad esta tecnología tiene que ver con una cadena de producción que termina beneficiando al país como un todo. En los primeros diez a?os de los cultivos transgénicos (1996-2005) se calcula que han entrado al país 20.000 millones de dólares gracias a esta tecnología. Esto beneficia al estado a partir de las retenciones, a las empresas que desarrollan la tecnología y a toda la cadena agroalimentaria. Y en la cadena estamos todos, incluidos los consumidores. Hay que tener en cuenta que se han generado casi un millón de empleos. Y estamos hablando sólo de los primeros diez a?os, pero ya vamos por quince.
 
El tema de la propiedad intelectual es importante en este campo…
Hay dos aspectos: uno es el de las patentes en biotecnología y el otro el de la propiedad intelectual en semillas. En general, un desarrollo biotecnológico –como cualquier desarrollo- requiere mucha inversión en dinero y en recursos humanos. Obviamente el que lo está llevando adelante necesita un retorno a esa inversión y entonces recurre a la patente. Por otro lado, las semillas de por sí están protegidas por un derecho de propiedad intelectual; a diferencia del grano -que es un commodity- la semilla es un producto de alto valor agregado. La industria semillera (o el mismo INTA) invierte para obtener la mejor semilla que pueda ofrecerle al productor, esa semilla tiene un know how adentro y se supone que el productor cada vez que compra la semilla lo paga.


Las compa?ías o instituciones de investigación aplican para la patente de los eventos, y por otro lado, en el registro del Instituto Nacional de Semillas, los semilleros registran sus derechos por el trabajo realizado. En la Argentina solamente tenemos problemas con los cultivos de las plantas autógamas, que son aquellas donde se puede resembrar el grano, como la soja. En el maíz no hay problema porque es un híbrido y el productor todos los a?os debe comprar la semilla.

?Cómo es la percepción pública en nuestro país de la biotecnología?
Podemos decir que la Argentina está en una excelente situación en cuanto a la percepción pública. Se pueden encontrar algunas personas preocupadas, o incluso en contra, pero no es un tema generalizado, no es un tema que esté en los diarios. Incluso las ONG opuestas a la biotecnología tienen escasa actividad en este sentido, aun aquellas que tienen mucha visibilidad en otros países. Esto obedece a varias causas. En primer lugar, como país en vías de desarrollo, las elecciones que hace el consumidor dependen mucho del bolsillo, a diferencia de los países más desarrollados. En el supermercado la gente trata de no elegir lo más caro.


Por otro lado, tenemos una buena historia en esta materia: el argentino fue uno de los pocos sistemas regulatorios que se anticipó a la llegada de la tecnología. El sistema regulatorio para los transgénicos se creó en 1991 y la primera aprobación fue en el a?o 1996. Y ahí se inicia una historia de uso seguro que nos privilegia en el mundo.


A eso se suma la presencia de productores agropecuarios muy innovadores, que se plegaron de inmediato e hicieron que la adopción fuera muy alta. La sinergia que hubo en nuestro país con la siembra directa trajo enormes beneficios, incluso ambientales. Entonces, en general, los grupos que están en contra no tienen muchos argumentos. En un primer momento, las críticas se concentraban en el aspecto de salud, pero ahora, después de 15 a?os de consumir transgénicos sin que hubiera ni un solo problema en todo el mundo, es bastante difícil mantener esa posición.

?Y en Europa se está flexibilizando la situación de los transgénicos?
Europa es justamente la antítesis de nuestra situación. Con consumidores de altos ingresos que no se preocupan tanto del precio de los alimentos y con situaciones políticas complejas desde el punto de vista de los gobiernos y de los grupos de opinión. Parece que las posiciones se van a flexibilizar, pero no se avanza mucho. La UE juega a ser la región importadora que impone las reglas, al igual que lo hace para la carne, para la miel, etc. Claro que ahora se está encontrando con una situación algo diferente: cuando ingresa Brasil al tema de los transgénicos con mucha fuerza aparece un bloque muy importante de países exportadores, con EE.UU., Brasil, Canadá y la Argentina. Paraguay y Uruguay también están en el bloque de los transgénicos. Hoy en día, por ejemplo, no hay donde comprar soja si no es en este grupo. Y en el caso del maíz la situación es similar. La UE ya no puede fijar tan fácilmente las reglas de juego.

?Y China?
China cuando necesita algo lo consigue. Hoy nos ofrece una enorme posibilidad porque está interesada en comprar maíz. Está en problemas para abastecerse de este grano y nosotros somos potenciales abastecedores. Eso es muy bueno porque podemos dejar de sufrir la presión de las reglas paraarancelarias de la UE. China tiene un sistema regulatorio muy estricto, pero se basa mucho en los acuerdos bilaterales, y actualmente el Gobierno Argentino está muy cerca de las autoridades chinas.

?Hay eventos sin aprobar en la Argentina debido a que no están aprobados en la UE?
Siempre existió esa situación. Durante mucho tiempo sufrimos lo que se llama la “política espejo”, es decir esperar a que la UE apruebe un evento para aprobarlo nosotros. Eso nos retrasaba con respecto a EE.UU. desde el punto de vista de la competitividad. Pero nuestro gobierno tomó la decisión política de buscar como aliado a Brasil en vez de acercarse a la posición europea. A partir de allí se empezaron a aprobar cosas que no estaban aprobadas en Europa. Esto es reciente, hasta ahora no nos trajo problemas, y va en la línea de conformar un bloque con Brasil para negociar de igual a igual con los europeos.

?Tenemos en carpeta algunos eventos con características diferentes a los que están en el mercado?
Hay ensayos con eventos de tolerancia a sequía, tanto de compa?ías multinacionales como nacionales. La idea es que esos genes puedan funcionar en los cultivos que lo necesiten, básicamente en maíz. También hay desarrollos relacionados con las necesidades de cada cultivo, por ejemplo, desarrollo de papas con resistencia a virus. Se están haciendo asimismo ensayos con arroz tolerante a herbicidas. Algo importante también es poder juntar en la misma planta la mayor cantidad posible de características: tolerancia a herbicidas, a diferentes insectos, etc., todo en una sola semilla. Y eso también requiere la intervención del sistema regulatorio. En EE.UU. se está sembrando ya un evento de maíz con ocho genes agregados.


Con respecto a la biotecnología y los alimentos, no hay que olvidar que en la industria se agregan enzimas y aditivos durante la producción. O bacterias y levaduras para fermentar. Hay todo un desarrollo desde el punto de vista de la biotecnología moderna para lograr bacterias y levaduras utilizadas en los procesos. Con respecto a las enzimas, la compa?ía Indear está desarrollando la producción de quimosina en semillas de cártamo. Es un ensayo que ya está siendo evaluado por nuestro sistema regulatorio. Es una quimosina idéntica a la de origen animal y a la que se saca de las bacterias recombinantes, pero mucho más económica. Es muy interesante porque es la primera vez que se trata de hacer una sustitución de importaciones, ya que es muy difícil competir con los grandes proveedores de enzimas del mundo.
 
?Qué está pasando con la biotecnología moderna y los animales?
Eso es muy interesante. Acá el mito es que el pollo es transgénico. No hay pollos transgénicos ni acá ni en ninguna parte del mundo. Sucede que en el campo de la biotecnología en animales también hay obstáculos técnicos difíciles de vencer. En primer lugar, hay que ver qué característica se quiere alcanzar, y si eso que uno quiere lograr no le trae al animal problemas para vivir bien. Por ejemplo, se puede buscar tener carne totalmente magra, pero hay que ver cómo hace para vivir una vaca sin grasa. Por otro lado, los investigadores se dieron cuenta que no se puede hacer un animal transgénico sin clonar. Esa es la clave, entonces el desarrollo aparece cuando la compa?ía o la institución saben clonar animales.


A pesar de las dificultades, hay dos líneas que están en marcha: una es hacer que animales los transgénicos produzcan cosas interesantes en su leche. En ese terreno en la Argentina estamos muy adelantados, como sucede con los desarrollos de Biosidus para producir insulina y hormona del crecimiento humana. También con el desarrollo del INTA y la Univ. de San Martín, que lograron una ternera con capacidad para producir leche con alto contenido de lactoferrina y lisozima, muy beneficiosa para bebés que no pueden tomar leche materna. 


La otra línea de trabajo en marcha es en peces de acuicultura. Actualmente hay una aprobación de la FDA para salmones transgénicos que alcanzan su tama?o adulto en mucho menos tiempo. Hay otros proyectos en el mundo, pero bastante limitados.

 

Dentro de su misión de comunicar sobre biotecnología, en el área de alimentos ArgenBio se unió con ILSI y con la Sociedad Argentina de Nutrición para dar origen a CISAN (www.cisan.org.ar), un portal con información sobre alimentos que incluye también los mitos y realidades relacionadas con los transgénicos, su seguridad y los avances alcanzados. Por otro lado, Argenbio tiene dos sitios web: www.argenbio.org, con toda la información la institución, novedades, boletines de noticias, contenidos científicos, etc., y www.porquebiotecnología.com.ar, dedicado al sector educativo, sobre todo a los docentes.


 

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