“La mayoría de nuestros reguladores regulan sin saber”
Inicia un nuevo periodo como presidenta de ALACTA en un momento de muchos desafíos para la ciencia de alimentos…
Es un momento crucial, creo yo, para la industria de alimentos. Tenemos oportunidades que no teníamos antes por la facilidad de comunicarnos, las redes nos permiten el contacto casi inmediato. En ALACCTA, después de este evento vamos a intentar que se dé esa interacción presentando resultados a nivel Latinoamérica. Un ejemplo es lo que se vio en la mesa de etiquetado nutrimental. Teresa Pagano de Uruguay presentó resultados muy interesantes, también Susana Caetano de Brasil, yo traigo la información de México. Podemos reunir esa información y quedamos en que vamos a trabajar en un proyecto conjunto. En México utilizamos una encuesta que voy a hacer circular y cada país integrante de ALACCTA va a hacer su parte. Vamos a poder tener realmente una opinión de los expertos en alimentos de Latinoamérica sobre la etiqueta frontal, que es un punto álgido. El consumidor no la entiende, y eso se ha demostrado acá en diferentes charlas, pero teniendo una misma encuesta podremos dar una visión más real y decir exactamente qué entiende y que no entiende el consumidor de lo que le estamos ofreciendo.
¿Eso también puede ser importante para las entidades regulatorias?
Por supuesto. He estado revisando que en nuestros países todos tenemos como base una dieta de 2000 kcal, pero las porciones son diferentes, entonces cuando se pasa de un país a otro el aporte de un alimento específico va a ser diferente, cuando en realidad es exactamente el mismo el mismo producto comercializado en otro país. Sería muy interesante buscar una estandarización de las porciones, somos Latinoamérica y teóricamente hablamos el mismo lenguaje, pero desgraciadamente eso no es cierto. Sería muy interesante que a través del trabajo de las asociaciones pudiésemos demostrar con un documento la percepción del consumidor y hacerlo llegar a las autoridades, publicitarlo para que llegue al mayor número de personas.
¿Cómo se hace para mejorar el etiquetado, dónde tiene que surgir esa herramienta?
Creo que una de las cosas más difíciles es que la mayoría de nuestros reguladores regulan sin saber. Es muy fuerte lo que estoy diciendo, pero en México los reguladores son los diputados y los senadores y ellos, generalmente, son licenciados en derecho. No tienen conocimiento, si la persona que fue encargada de presentar un determinado documento no tiene idea de lo que está tratando, ¿cómo lo va a reglamentar? En el caso de las normas sobre alimentos, van a depender de las autoridades competentes, pero en muchas ocasiones es tal la política a nivel interno de los países que las normas no salen. En México tardaron muchísimo tiempo en actualizarse y nosotros pasamos de normas verticales a normas horizontales. Pero no toda Latinoamérica funciona de la misma manera, la normatividad no es la misma y yo me pregunto si la susceptibilidad del consumidor es diferente cuando come un alimento en la Argentina que cuando lo come en Panamá o en Colombia o en México. Si algo es un peligro, lo es aquí y allá y, por ende, la normativa debe ser más parecida. Pero yo no pierdo de vista que cada país es libre y soberano de regular como consideran pertinente sus autoridades.
Otro desafío es la abundancia de mitos que hay sobre los alimentos, la mala información que está circulando...
Es impresionante, los medios permiten la circulación de las cosas más ridículas y el problema es que la gente lo cree. No estoy hablando de una persona con cierta formación académica y educación científica, estoy hablando del consumidor común. Está bombardeado con una serie de videos que satanizan productos sin base científica alguna. Sobre eso desgraciadamente no tenemos control, y eso hace que tengamos un consumidor mal informado. Los gobiernos tienen un reto inmenso, que es educar a la población. Uno de los problemas de que no entendamos el etiquetado, de que seamos obesos, es que hemos ido tergiversando nuestra realidad. Hemos cambiado nuestra vida. Antes los niños tenían la seguridad de poder ir al parque a correr, a andar en bicicleta, con patines, en cambio en la actualidad los niños ejercitan muy bien solo los dos dedos pulgares, sentados frente al televisor porque la madre no quiere que se vayan solos al parque porque algo les puede suceder. La mama también trabaja y está cansada y entonces prefiere que el hijo esté quietecito y que coma, así no molesta porque necesita descansar o trabajar. Tenemos problemas fuertes, retos muy importantes.
¿Y ALACCTA cómo puede responder a esos retos?
Yo creo que podríamos hacer guías y tratar de llevarlas a las escuelas, de hacer cosas sencillas. Pedirle a las industrias que nos apoyen, porque finalmente ALACCTA no tiene los recursos para llegar a todos. No todo el mundo entra a nuestra página o a revisar la revista. Pero yo creo que es un poco nuestra obligación buscar que industrias nos apoyen publicitando información que ayude a ir educando al consumidor.
Pero le van a decir que la industria es el enemigo…
La industria no es el enemigo y eso es algo, para mí, muy importante. Estamos en un momento en el que –de repente- hay “alimentos ultraprocesados”. Para mí hay alimentos frescos y alimentos procesados nada más. Yo no creo que haya un “ultraprocesamiento” de los alimentos. Si nosotros podemos conservar un alimento podemos alcanzar zonas lejanas de nuestros países con un alimento inocuo y seguro para la población. Hay que recordar que los gobiernos no permiten aditivos que puedan ser tóxicos para los consumidores, sin embargo, la tendencia en este momento es consumir alimentos sin aditivos. Los invito a que compren este tipo de productos sin aditivos y vean cuánto duran. Las papas fritas sin antioxidantes se ponen rancias, y es mucho más tóxico comer una papa rancia que comer una papa que tiene un aditivo que no me va a hacer daño. Con ALACCTA hemos iniciado acciones -con la Declaración de Montevideo hace dos años- que han empezado a tener cierto impacto. Estamos opinando sobre documentos que van a reglamentar los alimentos en los diferentes países y esperamos que por lo menos haya alguien que los lea y vea que hay ciencia detrás de lo que se dice. Creo que eso es lo más importante, todo tiene que estar respaldado por la ciencia.
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