Agua: demandas, requerimientos de energía y disponibilidad
Autor: Richard Connor y Michael Webber - United Nations World Water Assessment Programe
Junto con las fuerzas naturales que afectan lo sistemas acuiferos del mundo, las actividades humanas interactúan y se suman para crear presiones sobre los recursos hídricos, para los cuales no hay sustitutos. Estas presiones son a su vez afectadas por una variedad de factores, tales como desarrollo tecnológico, condiciones políticas, institucionales y financieras, y cambio climático.
Se proyecta que la población mundial alcance los 9.000 millones en 2050 (UNDESA, 2012). El crecimiento poblacional lleva a una demanda de agua aumentada, que refleja las necesidades crecientes para bebida, salud y sanitización, así como para energía y alimentos y de otros bienes y servicios que exigen agua para su producción y entrega. Las áreas urbanas del mundo, particularmente aquellas en los países en desarrollo, se espera que absorban todo el crecimiento de la población, al mismo tiempo que atraen población rural. Esta intensa urbanización incrementará la demanda de abastecimiento de agua, de servicios sanitarios y de electricidad para propósitos domésticos.
En la ausencia de prácticas de manejo sustentable para limitar el impacto del derroche y del uso no sostenible de recursos, el desarrollo económico puede impactar en forma negativa el abastecimiento de agua en términos de calidad y cantidad. La demanda del consumidor y los mayores estándares de vida están motorizando la mayor demanda de agua, sobre todo en los hogares de ingresos medios en las economías emergentes y en de-
sarrollo a través de la mayor demanda de alimentos, de energía y de otros bienes, la producción de los cuales puede requerir cantidades significativas de agua.
Se necesita agua de aceptable calidad en adecuada cantidad para cubrir las demandas de producción de alimentos. Al mismo tiempo, la producción y abastecimiento alimentarios tienen un impacto negativo sobre la sustentabilidad y la calidad de los recursos hídricos. La agricultura es la actividad que más utiliza agua, correspondiendo al riego cerca del 70% de la extracción1.
Con una mayor demanda de alimentos, es creciente la competencia por el agua. Los cultivos especializados y los productos ganaderos frecuentemente requieren más agua (y en la mayor parte de los casos, más energía) para ser producidos, y llevan a menudo a mayores niveles de contaminación del agua.
En la búsqueda de seguridad alimentaria, los avances tecnológicos en el sector agrícola podrían tener impactos importantes, tanto positivos como negativos, sobre la demanda, abastecimiento y calidad del agua. Paradójicamente, el progreso técnico dirigido a mejorar la eficiencia de uso de los recursos no siempre sirve al objetivo de disminuir el consumo de esos recursos. En términos de agua (como de energía), la implementación de tecnologías de ahorro pueden llevar a una reducción del consumo por unidad producida, pero esos ahorros son inmediatamente “reinvertidos” para hacer crecer la producción, de este modo, no se logra una caída en la demanda total. Con frecuencia, este ha sido el caso en la agricultura y en la industria. La tecnología puede también crear cambios rápidos, abruptos y no esperados (tanto en término de presiones como de soluciones), lo que la vuelve en el factor más impredecible. Esto es particularmente cierto en el contexto del agua y de la energía, donde las tecnologías para mejorar la eficiencia o la productividad en un terreno pueden tener un efecto opuesto en el otro. Por ejemplo, la rápida dispersión de tecnologías para extracción de petróleo y gas, tales como la combinación de perforación horizontal y fractura hidráulica, en áreas con abastecimiento de agua variable o escaso, pueden llevar a un significativo estrés localizado de agua.
El cambio climático impacta el ciclo hidrológico y consecuentemente los recursos hídricos. Es un factor de estrés adicional a través de sus efectos sobre otras presiones externas y de este modo actúa como un amplificador de la ya intensa compentencia por los recursos de agua. Por ejemplo, las mayores temperaturas y el incremento en la tasa de evaporación pueden afectar el abastecimiento hídrico directamente e incrementar la demanda de agua para agricultura y energía. Hay significativos niveles de incerteza en las proyecciones de cambio climático, y estas incertezas aumentan mucho cuando se llevan a una escala local. El manejo de los recursos hídricos está en una fase de difícil transición, tratando de adaptarse a las grandes incertezas asociadas con el cambio climático mientras se esfuerza por implementar en forma integrada un complicado conjunto de principios y cambios instrumentales.
Las políticas gubernamentales relacionadas con el agua y los sectores relacionados, incluyendo agricultura y energía, así como con la protección del ambiente, pueden exacerbar o aliviar las presiones sobre los recursos de agua. El desafío que enfrentan los gobiernos incluye una planificación mejor coordinada y evaluación de compensaciones a nivel nacional. La inversión, tanto del sector público como del privado, será un factor determinante para los niveles a los cuales se incrementará la provisión de agua y servicios relacionados.