Ingesta de productos lácteos, ganancia de peso y desarrollo de obesidad
Autor: Connie Weaver1, Ramani Wijesinha-Bettoni2, Deirdre McMahon2 y Lisa Spence3 1Profesor distinguido y Jefe del Departamento de Ciencia de la Nutrición - Universidad Purdue. West Lafayette, Indiana, EE.UU. 2Consultor en Nutrición - División Nutrición -
La creciente incidencia de sobrepeso y obesidad es un problema de salud pública en todo el mundo (OMS, 2011a). Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud indican que más de 900 millones de personas tienen sobrepeso (índice de masa corporal entre 25 y 30) y 500 millones son obesas (IMC de 30 o superior). Las tasas de obesidad en adultos continúan incrementándose y la OMS estima que en muchos países, incluyendo la Argentina, Grecia, el Reino Unido y los EE.UU., un gran porcentaje de la población pasará de la categoría sobrepeso a la categoría de obesidad entre 2005 y 2015 (Douglas et al., 2011). La obesidad está asociada con un incremento en la mortalidad y con riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles, tales como enfermedad cardiovascular, diabetes, hipertensión, ciertos cánceres y osteoporosis (Shetty y Schmidhuber, 2011).
La etiología de la obesidad es compleja y la evaluación de los patrones dietarios relacionados con la misma se ha vuelto cada vez más frecuente en epidemiología nutricional (Jebb, 2007). El exceso de consumo de energía a lo largo de un período prolongado puede llevar a obesidad. Sin embargo, ciertos patrones dietarios están asociados con un mayor riesgo debido a su alto contenido de energía. Un estudio de los patrones dietarios de 15.890 mejicanos adultos encontró que los patrones que incluían mayor consumo de alimentos refinados, dulces y productos de origen animal estaban asociados con personas con sobrepeso u obesas (Flores et al., 2010). Schieri (2002) reportó que una “dieta occidental” que incluía manteca, margarina y gaseosas estaba asociada con un mayor riesgo de obesidad en adultos que vivían en Río de Janeiro. Un estudio transversal con base en Mongolia (Dugee et al., 2009) llegó a la conclusión que una dieta tradicional rica en leche entera, grasas y aceites, azúcar y dulces, yogur, kumis (leche de yegua fermentada), carne de caballo y productos refinados de trigo estaba asociada con un riesgo mayor de obesidad abdominal que una dieta “saludable” con mayor ingesta de granos enteros, frutas y vegetales. La dieta saludable también incluía algunos productos lácteos, sugiriendo que el consumo de una cantidad moderada de yogur y kumis no incrementaban el riesgo de obesidad (Dugee et al., 2009).
Utilizando datos provenientes del Estudio Danés de Dieta, Cáncer y Salud, Halkjaer et al. (2009) reportaron que de 21 grupos de alimentos y bebidas examinados (incluyendo productos lácteos altos y bajos en grasa), sólo el consumo de los alimentos tipo “snack” (chocolates, dulces, regaliz, frutas, goma de mascar, caramelos, chicharrón de cerdo y papas fritas) estaban asociados significativamente con diferencias en el perímetro de cintura en los siguientes cinco años. Romaguera et al., (2011) analizaron datos de 48.631 hombres y mujeres de cinco países que participaban en el estudio EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition) y llegaron a la conclusión de que un patrón dietario caracterizado por un alto consumo de frutas y productos lácteos y un bajo consumo de gaseosas, pan blanco, carne procesada y margarina podía ayudar a prevenir la acumulación de grasa individual.
Una reciente consulta de expertos sobre grasas y ácidos grasos (FAO y OMS, 2010) reportó que “la recomendación general es seguir un patrón dietario predominantemente basado sobre alimentos sanos (por ej., frutas y vegetales, granos integrales, nueces, semillas, legumbres, otras fuentes de fibra dietaria, alimentos marinos ricos en ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga) con una ingesta relativamente menor de energía procedente de alimentos fritos y bebidas azucaradas, y evitar el consumo de grandes porciones. El consumo moderado de productos lácteos, de carnes magras y de carne aviar puede también ser una parte importante de las guías dietarias recomendadas. El mantenimiento de los patrones de alimentación recomendados, la ingesta apropiada de energía y una adecuada actividad física son críticos para prevenir los niveles de peso poco saludables (sobrepeso y obesidad)”, (FAO-OMS, 2010).