01/11/2016
Desea formar conciencia de que los sistemas de frío por amoníaco no representan un riesgo mayor que el de cualquier otro refrigerante

Se constituyó el “Grupo Amoníaco”

El pasado mes de abril, luego de asistir a la reunión internacional del IIAR (Instituto Internacional de Refrigeración por Amoníaco) en Orlando, EE.UU., los fabricantes e instaladores argentinos de equipamiento frigorífico industrial para plantas de alimentos, bebidas y otros rubros, junto con asesores e ingenieros relacionados con la actividad del frío, decidieron organizarse para extender y promocionar el empleo de este refrigerante natural por excelencia.

Se constituyó el “Grupo Amoníaco”

 El IIAR tiene su sede en EE.UU. pero su presencia mundial es creciente a partir de “Capítulos” que se establecen en diferentes países de los cinco continentes. El Instituto tiene entre sus funciones principales recopilar y difundir normas técnicas constructivas de equipos e instalaciones, buenas prácticas operativas y procedimientos en la emergencia, induciendo a la creación y aplicación legal de las mismas en los países donde el amoníaco tiene una fuerte presencia. 

Gracias a su nulo efecto sobre el medio ambiente, ya que no destruye la capa de ozono (cero ODP) ni tiene efecto invernadero (cero GWP), este refrigerante, cuyas denominaciones son NH3 o R717, está presente en el 90% de las plantas productoras de alimentos perecederos y bebidas carbonatadas en los países desarrollados y en los principales de América Latina, como Brasil, Argentina, Colombia, México y Chile. También tiene una presencia creciente en los sistemas de aire acondicionado en los países europeos, EE.UU. y Japón a través de sistemas de carga justa y fluidos intermediarios, como el agua y los glicoles, en ciudades densamente pobladas. 
En la Argentina el NH3 es de fabricación nacional, no ha sido nunca necesario importar un kg de este producto, a diferencia de los refrigerantes sustitutos de los freones (mal llamados “ecológicos”) que son sintéticos, no naturales, de composición química hidrofluorocarbonada (HFC), 100% importados y muy costosos. 
En nuestro país el factor que aceleró el trabajo en equipo del sector mencionado no fue impulsar ya mismo la conformación del “Capítulo Argentino del IIAR”, aunque ese propósito está en la mira a mediano plazo. El motivo en lo inmediato fueron dos aspectos trascendentes: el primero, las dificultades de los usuarios de sistemas de refrigeración para poder comprar legalmente amoníaco con el fin de cargar o reponer pérdidas en sus sistemas, con engorrosos trámites ante el Ministerio de Seguridad (hasta hace dos meses en el Sedronar), con comparecencia personal de dueños o CEO´s debidamente autorizados ante la autoridad policial de su jurisdicción, ya que el amoníaco está en la lista de precursores químicos con los que se puede fabricar estupefacientes. 
Hay que considerar que los usuarios de amoníaco son cerca de tres mil empresas alimentarias que van desde firmas de primer nivel hasta cualquier quesería en la cuenca láctea de la provincia de Córdoba o una procesadora de frutillas en Coronda (Santa Fe) o un frigorífico caprino de la Patagonia. Un dato por sí solo describe lo dificultoso de esta situación: el expediente a completar por cualquier industria tiene cerca de doscientas carillas y es de renovación anual.
En este aspecto, el grupo conformado se orienta a conocer a través de los organismos de investigación como el INTI, el CONICET, etc., qué cantidades de NH3 podrían ser necesarias para fabricar ilegalmente dichas sustancias en nuestro país, habida cuenta que existen aproximadamente seis mil toneladas de NH3 confinadas en los distintos sistemas frigoríficos y que la carga de nuevos sistemas y la reposición de los existentes representa anualmente sólo del 5 al 10% del NH3 que se utiliza para producir fertilizantes, como por ejemplo la urea. Algo así como apuntarle a un mosquito con un cañón. ¿Podrían entonces aplicarse otros métodos de control más eficientes, más simples y sin afectar tanto las actividades de tres mil empresas que utilizan el refrigerante de menor consumo energético que existe en el mundo para desarrollar competitivamente sus actividades? 
La segunda inquietud -de extrema vigencia actual- se origina en el reacomodamiento de tarifas energéticas implementado por el gobierno, que demanda puertas adentro de las empresas analizar y reconfigurar sus sistemas para hacerlos más eficientes, entre ellos la refrigeración, ya sea aplicada directamente al producto para el enfriamiento o la congelación o para la necesaria climatización aséptica de salas de elaboración, trozado, envasado, etc. 
En última instancia, el grupo desea formar conciencia entre las autoridades comunales, provinciales y nacionales -como en la ciudadanía en general- de que la habilitación de sistemas de frío por amoníaco no representa un riesgo mayor que el empleo de cualquier otro refrigerante (los sintéticos como el R134 A y el R404 A tienen altísimos valores de “efecto invernadero”) si el sistema está debidamente construido, con apego a normas técnicas específicas, con empresas y servicios debidamente acreditados y entrenados como ocurre, por ejemplo, con cualquier instalación de redes de gas natural. 

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