Autor: Vénica C. I.; Perotti M. C.; Wolf I. V.; Bergamini C. V.; Zalazar C. A. Instituto de Lactología Industrial (INLAIN) - Universidad Nacional del Litoral (UNL) - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Santa Fe, Argentina
La leche es un alimento natural, esencial y bien balanceado para la alimentación del ser humano, ya que es fuente de proteínas de alto valor biológico, vitaminas, minerales y lactosa, entre otros componentes. Su fracción glucídica, la lactosa, es única en la naturaleza, ya que se halla sólo en la leche de los mamíferos. Desde el punto de vista nutricional, la lactosa es la principal fuente de energía en los primeros a?os de vida, aportando prácticamente la mitad de la energía que requieren los infantes. Luego de su ingestión, la lactosa no se asimila directamente en el tracto digestivo, sino que necesita de una enzima denominada lactasa (o -galactosidasa) que se encuentra en la mucosa de la parte superior del intestino delgado. Esta enzima actúa desdoblándola en sus componentes glucosa y galactosa, los cuales son transportados al hígado para ser utilizados finalmente como fuente de energía. Cuando se tiene una disminución o ausencia de lactasa, la lactosa no digerida en el intestino delgado pasa al intestino grueso y allí es fermentada por las bacterias de la flora intestinal produciendo desórdenes intestinales, problema que se denomina intolerancia a la lactosa. Los individuos con este problema sufren de molestos síntomas tales como diarreas, distensión abdominal, náuseas, flatulencias, pérdida de apetito, cólicos intestinales, etc.